miércoles, 10 de julio de 2024

 Un día...




Marco buscaba una pinza en el cuarto de chuches, hizo una mueca al ver la hora en su reloj de plástico gastado, "faltan dos horas" pensó; se había ido a vivir a una quinta sin más compañía que su máquina de escribir y par de cientos de hojas blancas, de las más económicas, había que ajustar el presupuesto que le permite su escuálido sueldo de conserje. Al llegar a casa se sienta frente al televisor en blanco y negro, se esta acostumbrando a ver peliculas sin color, pero valía la pena verlas por la paz que le da en ese lugar. Aquí no estaba su madre pidiéndole que hiciera algo con su vida, había puesto sus esperanzas en su tercer hijo  varón. El mayor era una copia de ella, con mucho miedo pero tenía un buen empleo, el segundo no había terminado sus estudios pero era solvente de momento, Marco era el único que no mostró ningún avance en el aspecto que le interesaba a su madre, solo, "solo se había casado y divorciado" había dicho ella, con tres pequeños que se habían quedado con los abuelos materno. Después de varios años de estar solo, trato de plasmar sus emociones en sus cuadros de vidrio, de vez en cuando lo mezclaba con el dibujo y la escritura, buscaba un sentido a su vida. Apago el televisor, tomó la silla de madera, frente a la máquina de escribir sus dedos empezaron a volar de una tecla a otra, el sonido cubrió el lejano pasar del tráfico. Mientras escribía, las lágrima se asomaron en sus ojos, se detuvo por un momento y un suspiro escapo de su pecho al recordar a la una de las pocas personas con las que había tenido una conexión, su relato trataba de describirla en su ambiente natural, recordó la última vez que la vio; rodeada de los niños, ajena a todo lo que ella le provocaba.

Preocupada por la comida de ese día, Mary preguntó a sus sobrino e hijos que deseaban para comer, quiso darles gusto con su antojo, unos querían comer pizza sin piña, otro espaguetti sin queso, otro hamburguesas sin mostaza, una quería solo sopa de fideo, etc. Marco la observaba con una sonrisa enigmática, tiempo después se daría cuenta que recordaría este episodio con nostalgia, sin descifrar su mirada solo atino a preguntar que hacer de comer confundida con tantos deseos, tomando la palabra frente a los seis pequeños, propuso hacer turnos y todos serían complacidos, ya que apenas empezaban las vacaciones. Mientras Mary hacía masa, Marco los reunió y empezó a contarles un cuento como cada vez que quería calmarlos, los chicos formaron un círculo alrededor de él. Frente a su laptop, muchos años después de su divorcio y de la muerte de él. En ocasiones la vida te hace recordar a personas peculiares, que hasta mucho tiempo después, cuando ves la vida de otra manera porque ya tienes poca vida por delante, cuando las arrugas surcan tu rostro y las canas han empezado a poblar tu cabeza, te das cuenta que son especiales, porque solo compartieron un momento cotidiano. Ella escribía sin saber que en otro tiempo Marco ya lo había plasmado, en esas baratas hojas blancas.



10-07-2024

AMPARO VELASCO M. 

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