Son las 7 de la mañana, un chico esta parado en la esquina de la gran avenida,
el trafico esta empezando, tardara en encontrar un taxi libre, revisa su reloj. Impaciente cambia de pierna, se reajusta la mochila, parece pesada, pero no
siempre es así. La cafetería esta llena de poetas y un joven escritor, ocasionalmente
estudiantes acabando las tareas de último momento. Mi café se enfría.
Deduje que es estudiante, han pasado casi 20 minutos, tiempo
suficiente para terminar mi café, he pedido una rosquilla sin chocolate, tal vez así mantenga la figura,
es un pensamiento ilusorio ya que; al no tener una rutina de ejercicio la grasa se acumula, “la grasa se acumula”,
vaya, debo dejar de pensar en las calorías.
Se acaba el tiempo, el chico empieza a desesperarse y toma
el autobús, lleno para variar…veo rastros de preocupación en su semblante. Pago
y el mesero me sonríe por la propina que suelo dejar, no es que tenga mucho
dinero, pero, se que viven de sus propinas, este país va cada día peor. Tomo mi
bolso y me coloco las gafas oscuras, se acabo mi tiempo, debo batallar para
encontrar mi propio taxi.
Hoy me he levantado un poco tarde, ya no dispongo de tiempo
suficiente para un panque, asi que tendré que conformarme con un café, el chico
aparece con una sonrisa, pero sus ojos...parecen estar tristes, hoy ha tenido
suerte, el taxi apareció pronto, fijo mi atención en alguien mas, mientras
apuro mi café, pido la cuenta y el mesero me desea un lindo día, ¿Quién desea “un lindo día”?, sonrió y le deseo lo mismo,
nuevamente tomo mi bolso.
Sábado por la mañana,
he decidido empezar a correr, mmmm… correr es demasiado, empezare con
una ligera caminata, debo olvidarme de los panecillos .Camino hacia el parque y
es inevitable toparme el chico, hoy solo lleva jeans, una playera blanca y
gafas oscuras, espera un taxi, para variar…Sera un fin de semana largo, ya
acabe con los pendientes de la oficina, ¿Qué hará el chico?, la pregunta me
sigue durante casi todo el día.
Lunes, tomo la silla de la cafetería, ordeno lo de siempre,
coloco mis gafas en la mesa, es una buena mañana, soleada, el escritor sigue concentrado
en su historia. El chico también madrugo,
la mochila que siempre lleva parece mas
liviana que otros días, pago mi café. ¡Carajo!, olvide mi trabajo en casa, no
me agrada llegar tarde. Es un mal inicio de semana.
Martes, ordenare una dona, ya he caminado varios días, Sin
sentimiento de culpa, devoro hasta la ultima migaja. Casi me termino el café, algo
falta… Alguien llegara tarde, aparece una sonrisa en mi rostro, pero pronto
desaparece, al pasar los minutos el no llega, alargo el ultimo trago de café, con
la vana esperanza de verlo antes de irme, pero no llega y los minutos se acortan.
Debo irme.
Miércoles, el chico no llego el día de hoy, estoy esperando
el taxi, veo alrededor, el joven
escritor nunca falta. Tal vez aparezca…no, no llegara ¿que haré si él no
regresa a la esquina?, son las únicas distracciones que tengo. Viene un taxi,
hoy no batalle para conseguirlo. A través del vidrio doy una última
mirada.
Jueves: la mesa de al
lado siempre esta ocupada, las teclas siempre me acompañan durante el desayuno,
vuelvo la mirada y el chico esta escribiendo, se detiene un instante, el
suficiente para que ver como la mano atraviesa la mesa y mientras la sorpresa aparece en sus ojos. Los curiosos pozos
ya no pueden verlo, ha desaparecido. El
joven escritor tuvo por un instante, la visión
de su personaje principal de su novela, frente a él. Consternado solo atina a preguntar al mesero si vio a la chica de la mesa de al lado, el niega con la cabeza y le dice que la mesa estaba vacía.
FIN
FIN